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¿ Qué está pasando en Chiapas ?

  • Foto del escritor: Alfredo Fonseca
    Alfredo Fonseca
  • 30 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

“La repugnante política” así la catalogó Humberto Eco hace ya más de 40 años, quien entendía a la política como el aspecto social que distorsiona la realidad con ayuda de los medios. Así, con esta definición, se puede entender lo que está pasando en la política actual en México y por supuesto lo que pasa en el estado de Chiapas.

El desbarajuste ideológico, que resulta ser la principal característica de la política chiapaneca, tiene sus orígenes desde finales de los 80as, con resultados catastróficos y hasta una guerrilla, sin embargo, jamás en la historia tuvo tanta presencia como en el 2006, año en el que Juan Sabines Guerrero, aprovechando la inercia de AMLO ganó la gubernatura del estado con el PRD, después de su pleito con el Pri; convirtiéndose en uno de los gobernantes más pragmáticos, despilfarradores y más desastrosos de la historia de Chiapas.

El cuento nos dice que Sabines juntó, maquiavélicamente, a todos los partidos de izquierda, de centro y de derecha, formando uno solo durante 6 años. Su gobierno ha sido uno de los periodos con menos contrapesos y replicas desde que Chiapas se anexó a México, un gobierno en el que la falta de rendición de cuentas detonó públicamente en la banca rota de la entidad.

Su pupilo; Manuel Velasco Coello iba a convertirse en el gobernador más joven de la historia de México y funcionaría como el respaldo y guardaespaldas más seguro, ya que Sabines necesitaba un alfil que lo protegiera de las venganzas que tendría por sus propias cacerías de brujas en su mandato.

Así quedó Chiapas en la ruina y con un partido Verde Ecologista todo poderoso que al no tener un solo valor ideológico propio empezó a soltar monstruos que terminarían por transformarlo en el nuevo Pri chiapaneco, donde cualquier cuatacho del gober podría ser un gobernante.

Ahora se está viendo un pleito de niños de secundaria, en donde el niño rico tiene que decidir entre su cuate millonario del colegio y su cuate pobre con el que juega fut en la calle. El cuate pobre, que lo ayudó en el barrio, que lo cuidó de los malandros y que recibió madrazos para defenderlo, creía que en algún momento tendría la recompensa por todo su cariño y sacrificio. Sin embargo, su familia no lo ve con buenos ojos y le han dicho que no debe juntarse con él, que debe ayudar al de la familia de alcurnia, porque así lo manda la tradición.

Al final de cuentas en este pleito de pubertos políticos hay dos destinos, o le hacemos caso a la mamá o de una vez nos peleamos con la familia, sobre todo porque hay que recordar que el cuatacho del barrio es el que conoce mejor las mañas y las travesuras del niño rico, no vaya ser que lo echen de cabeza. Lo malo es que el niño rico va quedar muy mal visto en sociedad y la venganza de los ricos suele ser más escandalosa.

Como un príncipe sin experiencia, Velasco Coello debe tener mucho cuidado, porque aunque tenga que quedar mal con uno de sus dos amigos él ya quedó mal con todo el pueblo de Chiapas, no tiene claro a donde va ir y debe elegir un pupilo que lo vaya a cuidar para cuando se vaya de cónsul a gastar su dinero como lo hizo su maestro.

Chiapas una vez más se muestra como un territorio y no como un estado soberano de la república, un pueblo que logró su independencia por méritos propios ahora sigue siendo utilizado como una ranchería y balneario.

Un dos tres por mí y por todos mis amigos.


 
 
 

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